Cuando la Vida nos vive

Cuando la Vida nos vive presenta deu persones les quals relaten la seva vida d’una manera senzilla. No tenen res d’estranyes, ni en són especials; viuen el seu dia a dia amb normalitat i integrades i compromeses en la societat. Simplement s’han atrevit a aprofundir en si mateixes i han descobert que el centre de tot no és a l’exterior, dit en altres paraules, el centre és dins nostre; no cal anar massa lluny.

Conversa amb Krishnamurti

Jiddu Krishnamurti  (India 1895-EEUU 1986)

Krishnamurti es uno de los sabios y maestros del siglo XX. Es inclasificable, aunque se le incluye dentro del hinduismo. No es fácil de leer, por eso no hay que intentar entender todo lo que dice, pero si es seguro que en lo mucho o poco que se entienda siempre aporta, interroga, reta, y provoca con sus planteamientos.

Su bibliografía es inmensa: Libros escritos por él y libros donde se recoge su enseñanza en entrevistas, reuniones o charlas que daba por todo el planeta. Aquí, alguien le pregunta por la meditación.


PREGUNTA: Hay varios sistemas de meditación, pero no parece que crea en ninguno de ellos. ¿Qué piensa que es la meditación?¿Qué piensa que es la meditación?

KRISHNAMURTI: No importa mucho lo que piense uno qué es la meditación, porque el pensamiento siempre está condicionado; y ciertamente es muy importante descubrir que el pensamiento está condicionado. No hay pensar libre, porque el pensamiento es la respuesta de la memoria; y si no tuvieran memoria serían incapaces de pensar. La reacción de la memoria, que está condicionada, es lo que llamamos pensar; no se trata, pues, de saber qué es lo que pensamos sobre la meditación, sino de descubrir lo que es la meditación.

Una mente que es incapaz de atención completa, -no de concentración, sino atención completa- nunca puede descubrir nada nuevo. De modo que la meditación es necesaria; pero la mayoría de nosotros se preocupa del sistema, el método, la práctica, la postura, la manera de respirar y todo lo demás. Nos interesa, no el descubrimiento de lo que es la meditación, sino la manera de meditar, y pienso que hay una enorme diferencia entre ambas cosas. Para mí, la meditación es el proceso mismo de descubrir lo que es la meditación; no es el seguimiento de un sistema, por antiguo que sea y no importa quién se lo haya enseñado. Cuando la mente sigue un determinado sistema o disciplina, por beneficioso y productivo que sea de un resultado deseado, se halla condicionada por ese sistema, lo cual es evidente; por lo tanto, jamás podrá estar libre para descubrir qué es lo real. Así pues, estamos tratando de descubrir qué es la meditación, no cómo meditar; y, si escuchan esto, no sólo de modo verbal, sino de hecho, descubrirán por ustedes mismo lo que es.

¿Saben lo que es la meditación? Sólo pueden saberlo en términos de un sistema, porque quieren lograr un resultado de la meditación. Quieren ser felices, alcanzar este o aquel estado, y así su meditación ha sido ya premeditada. Por favor no despachen el asunto riéndose, más bien obsérvenlo. Su meditación es simplemente repetición, porque quieren un resultado que está ya establecido en su mente: ser feliz, ser bueno, descubrir a Dios, la verdad, la paz o lo que quieran. Han proyectado lo que desean, y han hallado un método para alcanzarlo, y eso es lo que llaman meditación. Después de todo, esa proyección es el resultado, lo opuesto de lo que tienen, de lo que son. Como son violentos, quieren paz; encuentran, pues, un sistema, un método para conseguirlo; pero en el mismo proceso de lograr esa paz, condicionan la mente de tal manera que es incapaz de descubrir lo que es la paz. La mente sólo ha proyectado la idea de paz, partiendo de su propia violencia.

La mayoría de nosotros cree que aprender a concentrarse es meditar; pero ¿es eso? Todos los niños se concentran cuando les dan un nuevo juguete. Cuando realizan su tarea, si de alguna manera están interesados en ella, están concentrados; o bien se concentran porque está en juego su sustento. Pero nada muy vital depende de su llamada meditación, de modo que tienen que forzarse para concentrarse; su mente se desvía y siguen esforzándose para hacerla volver de nuevo, lo cual evidentemente no es meditación. Esto es tan sólo aprender un truco; cómo concentrarse en algo que no les interesa vitalmente. Y puede uno ver que una virtud que se practica deja de ser virtud.

La virtud es algo que carece de motivo. La bondad no tiene incentivo; si lo tiene, ya no es lo bueno. Si soy bueno porque se me recompensa por ello,  deja de ser bueno; y, para estar libre de recompensa, de incentivo, mi mente tiene que sufrir una completa revolución mediante una adecuada clase de educación. Todo esto es meditación; y hay que ayudar a la mente a descubrir lo que es la meditación.

Por cierto, la meditación no puede existir sin autoconocimiento; y el conocimiento propio consiste en ver cómo la mente busca incentivos, cómo usa sistemas y se disciplina para conseguir aquello tras de lo cual va, lo que espera ganar. Darse cuenta de todo esto es meditación, y no meramente el tratar de aquietar la mente. La quietud de la mente puede producirse muy fácilmente tomando una droga, o repitiendo ciertas frases; mas en ese estado la mente no está quieta. Sólo puede estarlo cuando existe la comprensión de lo que es la meditación. Una mente quieta no está dormida, está extraordinariamente alerta; pero una mente a la que se hace estar quieta está estancada, y una mente estancada nunca puede comprender lo que está más allá de sí misma. La mente sólo puede descubrir o experimentar algo más allá de sí cuando comprende el proceso total de sí misma; y esa comprensión requiere completa atención, darse plena cuenta del significado de sus propias actividades. No tienen que practicar un sistema de disciplina. Para la mente, observarse sin distorsión es en sí una asombrosa disciplina. Para no falsear lo que ve, la mente tiene que estar libre de toda comparación, de todo juicio, de toda condenación, y no eventualmente o con el tiempo, sino ser libre desde el principio mismo; y eso requiere una gran dosis de atención. Entonces encontrarán que la mente se aquieta por completo sin que se la apremie, no sólo en el nivel superficial, sino en lo hondo. En raros momentos, puede uno tener una experiencia de quietud; pero esa misma experiencia se convierte en un obstáculo, porque llega a ser un recuerdo, una cosa muerta.

De modo que, para que la mente esté quieta, tiene uno que morir para toda experiencia; y cuando la mente está realmente quieta, entonces en esa misma quietud hay algo que no puede expresarse en palabras, porque no hay posibilidad de reconocimiento. Todo lo que sea reconocible ha sido ya conocido; y cuando la mente está quieta, hay una liberación total de lo conocido.

Actitudes fundamentales para meditar

  1. No juzgar: observar la propia experiencia con imparcialidad. Es una actitud completamente distinta a la habitual en la que, de forma mecánica, categorizamos y juzgamos todo lo que ocurre.
  • Paciencia: comprender y aceptar que las cosas suceden a su propio ritmo. Esta cualidad es una forma de sabiduría que es especialmente útil cuando la mente está agitada porque puede ayudarnos a aceptar sus vaivenes recordando que no necesariamente tenemos que engancharnos a ellos.
  • Mente de principiante: abandonar las expectativas previas y atender a lo que realmente sucede como si fuera la primera vez. Esta actitud es particularmente importante, tanto en la práctica de las técnicas de meditación, como en la vida cotidiana.
  • Confianza en la propia bondad y sabiduría básicas: Se trata de ser uno mismo, no de imitar a nadie. Creer que el maestro está en nosotros.
  • No esforzarse por conseguir ningún propósito: conviene cultivar una actitud de no lucha, ni esfuerzo en la meditación estática. Dejar que la experiencia suceda. No hay que hacer nada. Si se experimenta tensión o dolor, simplemente ser consciente de ello.
  • Aceptación: ver las cosas como realmente son en cada momento. No implica que tenga que gustarnos todo lo que ocurre o que se deba adoptar una actitud pasiva ante los sucesos que atentan contra nuestros principios o valores. Consiste más bien en actuar de la forma adecuada desde el conocimiento.
  • Dejar pasar: no apegarse, ni dejarse atrapar por ningún pensamiento, sentimiento o deseo. En la práctica, hay que abandonar la tendencia a elevar algunos aspectos de nuestra experiencia y a rechazar otros.