Cuando la Vida nos vive presenta deu persones les quals relaten la seva vida d’una manera senzilla. No tenen res d’estranyes, ni en són especials; viuen el seu dia a dia amb normalitat i integrades i compromeses en la societat. Simplement s’han atrevit a aprofundir en si mateixes i han descobert que el centre de tot no és a l’exterior, dit en altres paraules, el centre és dins nostre; no cal anar massa lluny.
Krishnamurti es uno de los sabios y maestros del siglo XX. Es inclasificable, aunque se le incluye dentro del hinduismo. No es fácil de leer, por eso no hay que intentar entender todo lo que dice, pero si es seguro que en lo mucho o poco que se entienda siempre aporta, interroga, reta, y provoca con sus planteamientos.
Su bibliografía es inmensa: Libros escritos por él y libros donde se recoge su enseñanza en entrevistas, reuniones o charlas que daba por todo el planeta. Aquí, alguien le pregunta por la meditación.
PREGUNTA: Hay varios sistemas de meditación, pero no parece que crea en ninguno de ellos. ¿Qué piensa que es la meditación?¿Qué piensa que es la meditación?
KRISHNAMURTI: No importa mucho lo que piense uno qué es la meditación, porque el pensamiento siempre está condicionado; y ciertamente es muy importante descubrir que el pensamiento está condicionado. No hay pensar libre, porque el pensamiento es la respuesta de la memoria; y si no tuvieran memoria serían incapaces de pensar. La reacción de la memoria, que está condicionada, es lo que llamamos pensar; no se trata, pues, de saber qué es lo que pensamos sobre la meditación, sino de descubrir lo que es la meditación.
Una mente que es incapaz de atención completa,
-no de concentración, sino atención completa- nunca puede descubrir nada nuevo.
De modo que la meditación es necesaria; pero la mayoría de nosotros se preocupa
del sistema, el método, la práctica, la postura, la manera de respirar y todo
lo demás. Nos interesa, no el descubrimiento de lo que es la meditación, sino
la manera de meditar, y pienso que hay una enorme diferencia entre ambas cosas.
Para mí, la meditación es el proceso mismo de descubrir lo que es la
meditación; no es el seguimiento de un sistema, por antiguo que sea y no
importa quién se lo haya enseñado. Cuando la mente sigue un determinado sistema
o disciplina, por beneficioso y productivo que sea de un resultado deseado, se
halla condicionada por ese sistema, lo cual es evidente; por lo tanto, jamás
podrá estar libre para descubrir qué es lo real. Así pues, estamos tratando de
descubrir qué es la meditación, no cómo meditar; y, si escuchan esto, no sólo
de modo verbal, sino de hecho, descubrirán por ustedes mismo lo que es.
¿Saben lo que es la meditación? Sólo pueden
saberlo en términos de un sistema, porque quieren lograr un resultado de la
meditación. Quieren ser felices, alcanzar este o aquel estado, y así su meditación
ha sido ya premeditada. Por favor no despachen el asunto riéndose, más bien
obsérvenlo. Su meditación es simplemente repetición, porque quieren un
resultado que está ya establecido en su mente: ser feliz, ser bueno, descubrir
a Dios, la verdad, la paz o lo que quieran. Han proyectado lo que desean, y han
hallado un método para alcanzarlo, y eso es lo que llaman meditación. Después
de todo, esa proyección es el resultado, lo opuesto de lo que tienen, de lo que
son. Como son violentos, quieren paz; encuentran, pues, un sistema, un método
para conseguirlo; pero en el mismo proceso de lograr esa paz, condicionan la
mente de tal manera que es incapaz de descubrir lo que es la paz. La mente sólo
ha proyectado la idea de paz, partiendo de su propia violencia.
La mayoría de nosotros cree que aprender a
concentrarse es meditar; pero ¿es eso? Todos los niños se concentran cuando les
dan un nuevo juguete. Cuando realizan su tarea, si de alguna manera están
interesados en ella, están concentrados; o bien se concentran porque está en
juego su sustento. Pero nada muy vital depende de su llamada meditación, de
modo que tienen que forzarse para concentrarse; su mente se desvía y siguen
esforzándose para hacerla volver de nuevo, lo cual evidentemente no es
meditación. Esto es tan sólo aprender un truco; cómo concentrarse en algo que
no les interesa vitalmente. Y puede uno ver que una virtud que se practica deja
de ser virtud.
La virtud es algo que carece de motivo. La
bondad no tiene incentivo; si lo tiene, ya no es lo bueno. Si soy bueno porque
se me recompensa por ello, deja de ser
bueno; y, para estar libre de recompensa, de incentivo, mi mente tiene que
sufrir una completa revolución mediante una adecuada clase de educación. Todo
esto es meditación; y hay que ayudar a la mente a descubrir lo que es la
meditación.
Por cierto, la meditación no puede existir sin
autoconocimiento; y el conocimiento propio consiste en ver cómo la mente busca
incentivos, cómo usa sistemas y se disciplina para conseguir aquello tras de lo
cual va, lo que espera ganar. Darse cuenta de todo esto es meditación, y no
meramente el tratar de aquietar la mente. La quietud de la mente puede
producirse muy fácilmente tomando una droga, o repitiendo ciertas frases; mas
en ese estado la mente no está quieta. Sólo puede estarlo cuando existe la
comprensión de lo que es la meditación. Una mente quieta no está dormida, está
extraordinariamente alerta; pero una mente a la que se hace estar quieta está
estancada, y una mente estancada nunca puede comprender lo que está más allá de
sí misma. La mente sólo puede descubrir o experimentar algo más allá de sí
cuando comprende el proceso total de sí misma; y esa comprensión requiere
completa atención, darse plena cuenta del significado de sus propias
actividades. No tienen que practicar un sistema de disciplina. Para la mente,
observarse sin distorsión es en sí una asombrosa disciplina. Para no falsear lo
que ve, la mente tiene que estar libre de toda comparación, de todo juicio, de
toda condenación, y no eventualmente o con el tiempo, sino ser libre desde el
principio mismo; y eso requiere una gran dosis de atención. Entonces
encontrarán que la mente se aquieta por completo sin que se la apremie, no sólo
en el nivel superficial, sino en lo hondo. En raros momentos, puede uno tener
una experiencia de quietud; pero esa misma experiencia se convierte en un
obstáculo, porque llega a ser un recuerdo, una cosa muerta.
De modo que, para que la mente esté quieta, tiene uno que morir
para toda experiencia; y cuando la mente está realmente quieta, entonces en esa
misma quietud hay algo que no puede expresarse en palabras, porque no hay
posibilidad de reconocimiento. Todo lo que sea reconocible ha sido ya conocido;
y cuando la mente está quieta, hay una liberación total de lo conocido.
No juzgar: observar la propia experiencia con
imparcialidad. Es una actitud completamente distinta a la habitual en la que,
de forma mecánica, categorizamos y juzgamos todo lo que ocurre.
Paciencia: comprender y aceptar que las cosas suceden a su
propio ritmo. Esta cualidad es una forma de sabiduría que es especialmente útil
cuando la mente está agitada porque puede ayudarnos a aceptar sus vaivenes
recordando que no necesariamente tenemos que engancharnos a ellos.
Mente de
principiante: abandonar las
expectativas previas y atender a lo que realmente sucede como si fuera la
primera vez. Esta actitud es particularmente importante, tanto en la práctica
de las técnicas de meditación, como en la vida cotidiana.
Confianza
en la propia bondad y sabiduría básicas: Se trata de ser uno mismo, no de imitar a nadie. Creer que el maestro
está en nosotros.
No
esforzarse por conseguir ningún propósito: conviene cultivar una actitud de no lucha, ni esfuerzo en la meditación
estática. Dejar que la experiencia suceda. No hay que hacer nada. Si se
experimenta tensión o dolor, simplemente ser consciente de ello.
Aceptación: ver las cosas como realmente son en cada
momento. No implica que tenga que gustarnos todo lo que ocurre o que se deba
adoptar una actitud pasiva ante los sucesos que atentan contra nuestros
principios o valores. Consiste más bien en actuar de la forma adecuada desde el
conocimiento.
Dejar
pasar: no apegarse, ni dejarse
atrapar por ningún pensamiento, sentimiento o deseo. En la práctica, hay que
abandonar la tendencia a elevar algunos aspectos de nuestra experiencia y a
rechazar otros.