Ahora con la entrada del frío, en este tiempo de recogimiento, quizás sea una invitación a permitirnos ahondar un poco más en esta tarea tan hermosa de afinar nuestro interior.
El camino de la interioridad puede ser una invitación a vivir responsablemente con uno mismo, con los demás y con el entorno que nos envuelve, bien lejos de vivir autocomplacientemente. A medida que vamos afinando nuestro instrumento interior, nuestra vida puede resultar más armónica junto con los demás y con el mundo que nos aloja. Esta práctica de interioridad, esta afinación, no se trata tanto hacerlo desde la voluntad o esfuerzo personal en conseguir ser mejor persona, sino justamente en caer en la cuenta que ya somos belleza, paz y sosiego para uno mismo, para los demás y para el cosmos.
El acceso a la interioridad puede vivirse desde diferentes planos y en cada uno de ellos se nos posibilita vivir algún desalojo interior y, por lo tanto, liberarnos de aquella creencia que nos encorseta y no nos permite ser la Luz que somos.
Y es que la interioridad vivida desde ahí es probablemente descansar en el Ser, es reposar en nuestra existencia, en nuestra casa de la que nunca hemos marchado.
Marta Digón (Camí Endins)