La atención

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Foco. Imagen reutilizable

La atención de la que hablamos es, en definición de John Kabat Zinn (Vivir con plenitud las crisis. 2004. Kairós): “Prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”.

Muchas veces hemos oído decir que el ser humano es luz. Que cada uno de nosotros es luz. Es una metáfora apropiada. La luz se identifica con la energía, con la claridad en contra de la oscuridad  y sirve para decir que somos lo que iluminamos.

Es una manera de decir que aquello que iluminamos con nuestra luz, existe; lo demás está oculto en la oscuridad. Si esto es así, lo que llamamos mundo exterior, incluso cuando pensamos en nosotros mismos, estamos dando luz a algo en concreto. En esa medida “hacemos existir” la realidad. O dicho de otro modo en la medida en que nos damos cuenta, nos hacemos conscientes de la realidad y la hacemos emerger. No es que la inventemos, pero sí la vivimos de un modo o de otro.

Este cambio de perspectiva es fundamental. Digamos que lo habitual es poner fuera la verdad de las cosas y de mi mismo/a. Parece que vamos persiguiendo las cosas a ver si encontramos la paz, la felicidad en ellas. Y no es fuera; es dentro donde está la verdad.

Si pongo mi luz, es decir si enfoco; si doy luz a algo; en definitiva, si pongo atención, la realidad adquiere otro contorno. Si algo atrae mi atención, me hace  estar más consciente y en esa medida puede captar aspectos que no captaba o puedo disfrutar de algo que antes no tenía en cuenta. Y esto sucede, no porque lo haya causado algo externo, sino porque se ha intensificado la consciencia. Cuando la atención cesa de ir hacia el exterior, hacia los objetos de la mente, del cuerpo y del mundo, fluye de regreso hacia sí misma y resplandece como pura presencia consciente.

Las acciones de cada día, que son muchas y variadas, pueden pasar desapercibidas, las hacemos con automatismo y no reparamos en la densidad que tienen. No reparamos que las estamos enfocando desenfocadamente. Si ajustamos el enfoque, tal vez descubriremos la maravilla de la vida y la grandeza de estar presente “con los cinco sentidos” , viviendo el momento. Es la conciencia la que da densidad a lo externo, porque lo externo no deja de ser una manifestación de la conciencia, un despliegue que se concreta en las formas diversas que vemos, oimos, sentimos, tocamos y pensamos.

La verdadera atención es estar abierto de una manera consciente, abierto a lo total, sin juzgar, sin comparar, sin querer que sea de otra manera, permitiendo que  la vida pueda crear a través de nosotros, expresando en cada momento algo nuevo. Situados desde la luz que somos, diferenciamos lo importante de lo accesorio, lo permanente de lo impermanente, la realidad de la apariencia.

Entonces es cuando comprendo, veo, me doy cuenta de que hay una Inteligencia que está dando fuerza a mi vida, y con independencia de las formas y circunstancias de la vida, esa Inteligencia está ahí y yo siento que soy esa Inteligencia: soy luz, fuerza, amor, belleza, armonía; a pesar de mi estatura, de mi falta de dinero, de mis miedos y complejos, de mis creencias…

La auténtica atención no tiene mucho que ver con la concentración, que es estar centrado en  una cosa durante un período de tiempo. La atención auténtica es una ampliación de la conciencia. Se produce de una manera espontánea y natural, en el silencio y la quietud de la mente. Todo lo verdadero es espontáneo y sencillo. Lo originario, lo que está en lo profundo de la conciencia es siempre natural y sencillo.

Hemos de ser inteligentes y no dar realidad absoluta a ninguna cosa, ya que todas son relativas y cambiantes. Seamos conscientes de la realidad de esa atención que viene del fondo, a esa Presencia interna y dejemos que en esa atención, en esa conciencia, se vayan manifestando y expresando todas las cosas que sirven para hacernos aprender. Todo lo que sucede nunca es casual. Absolutamente todos los acontecimientos son expresión de la Inteligencia, todos son expresión de ese movimiento, los más desagradables, los que creemos que no nos corresponden, todos. (Cfr. Consuelo Martín).

Por eso es tan importante hacer ejercicios de  consciencia: para ver que en definitiva las cosas no son las que nos identifican; ya somos la luz que ilumina todo y que gracias a ella damos luz a todo lo que sucede; sin hacer nada, simplemente en el puro contemplar y vivir lo que está pasando aquí y ahora.

Os dejamos este corte de la película  El guerrero pacífico, que puede servir para aproximarnos un poco a esta experiencia de plenitud en la vida diaria. Hay una condición: “sacar la basura de nuestra mente” para vivir lo que de verdad importa: aquí, ahora, este momento. Siempre pasan cosas. Simplemente es hacerlas luz; la que ya somos.

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